El mundo documental nos tiene mal acostumbrados, las escenas de caza casi siempre incluyen grandes mamíferos, por lo general cánidos o félidos al acecho de algún despistado herbívoro. En nuestra sierra no contamos con grandes felinos, si exceptuamos a nuestro querido lince, y en cuanto a cánidos difícilmente podremos ver al lobo, ese "enemigo" de los hombres que afortunadamente parece recuperarse de batallas pretéritas. Sin embargo las luchas por la supervivencia entre depredadores y presas ocurren mucho más cerca de nosotros de lo que podemos sospechar, pero evidentemente no son tan visibles.
Uno de los ejemplos más sobresalientes que podemos observar en nuestra localidad es el de las larvas de unos insectos muy curiosos, las hormigas león. No, no penséis que están emparentadas con los leones, ni siquiera lo están de forma cercana con las hormigas. Son insectos, pero pertenecen a un orden llamado Neuropteros. Este orden incluye multitud de especies diferentes, pero una familia dentro de este grupo es la que se conoce como hormigas león.
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Adulto de Myrmeleon formicarius |
La fase larvaria es la más curiosa por su peculiar destreza a la hora de obtener su alimentación. Apenas llegan a medir un par de centímetros, cuerpo rechocho y aplanado dorsoventralmente y con dos fuertes y largas mandíbulas que sobresalen en su parte anterior. Su aspecto bien podría servir como modelo para una película de monstruos. De hecho algunos bestiarios medievales hablan de criaturas semejantes.
Es una voraz carnívora que acecha a sus presas de forma singular. Para ello solo necesita un terreno arenoso, pues es en este tipo de suelo donde construye su trampa. Su modo de proceder es el siguiente: va edificando un cono en la arena, expulsando fuera aquellos granos de mayor tamaño. En el caso de la especie que hemos visto en nuestra localidad, el embudo suele medir unos cinco centímetros de diámetro aproximadamente. En el fondo de tan peculiar construcción se instala la larva, enterrándo su cuerpo y dejando sólo al descubierto sus poderosas mandíbulas.
Cuando un insecto pasa por allí, generalmente hormigas (de ahí su nombre), y cae dentro de la trampa, al intentar escapar resbala por la superficie arenosa del cono y como no, la hormiga león está presta para capturarla y comerla. En realidad las mandíbulas son piezas bucales huecas con las que succionará el interior de la presa. Cuando la larva cambia de ubicación va dejando por el suelo arenoso unos surcos que delatan su presencia.
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