Si
establecemos un ranking con los
científicos más vilipendiados de la historia, excluyendo a los que murieron en
hogueras o fueron recluidos de por vida, un nombre sobresale por encima de los
demás: Charles Darwin, el naturalista inglés que estableció las bases de la
biología moderna con su teoría de la evolución por selección natural. Una idea
poderosa, la mayor y más influyente idea surgida de la mente de un hombre como
sostienen muchos biólogos.
Darwin vino al
mundo en 1809 en el seno de una familia acomodada, era hijo y nieto de médicos.
No fue sobresaliente en sus estudios durante su infancia pero si mantuvo
siempre un espíritu curioso difícilmente superable. Orientó su formación hacia
la teología y la medicina pero nunca ejerció estas disciplinas, ya que su
verdadera vocación consistía en conocer y desentrañar los secretos de la
naturaleza. A los 22 años le ofrecieron la oportunidad de embarcarse como
naturalista en un buque de la armada inglesa, el Beagle, en una aventura que duraría cinco años y daría la vuelta al
mundo. Durante el viaje realizó una observación rigurosa de todo lo
concerniente al mundo natural: plantas, animales, minerales, estructuras
geológicas, fósiles, etc., que anotó fielmente y que posteriormente publicaría
como un maravilloso libro de viajes: Viaje
de un naturalista alrededor del mundo.
Con todas sus
observaciones, Darwin comenzó a cambiar sus esquemas mentales que coincidían
con la ortodoxia del momento, la versión estática y divina de la naturaleza, es
decir, la concepción de que las criaturas eran el resultado de la obra de Dios
y no habían cambiado desde su creación. Comenzó a darle forma a su teoría con
una vasta cantidad de datos que fue recopilando a lo largo de su laboriosa
vida. Así, en 1859, veía la luz su gran obra, El origen de las especies, una obra que cambiaría para siempre la
visión de la naturaleza y del ser humano. En ella propone que las especies
provienen de otras debido a la selección natural, un mecanismo que favorece
aquellas características de los organismos que les posibilitan un mayor éxito reproductivo.
Las ideas de
Darwin fueron atacadas desde el primer momento desde muchos sectores, sobre
todo aquellos más conservadores, que aún siguen haciéndolo…por desgracia. ¿Cuál
fue el principal pecado del naturalista? Proponer que los seres vivos, incluido
el hombre, provenían de ancestros por un mecanismo natural, ciego e
inconsciente. La explicación clásica, teológica, sobre el diseño de los
organismos fue derribada desde ese momento.
Pero, ¿ha
demostrado la ciencia moderna que las ideas de Darwin eran ciertas? No solo lo
ha hecho sino que ha ampliado la certeza ya demostrada por el naturalista
inglés con los conocimientos de genética actuales. Esta disciplina ha permitido
nuevos enfoques y revisar los errores cometidos en la exposición original. Hoy
día existe un rico debate científico sobre diversos aspectos como el ritmo de
la evolución, el nivel al que actúa, etc. A pesar de ello los hechos son
abrumadores: existen tantas pruebas de la evolución como de otras teorías
científicas que ninguna persona cuerda se atrevería a discutir. Nadie duda
cuando lanza una moneda al aire de que esta va a caer pero cuando concierne a
la evolución y sus mecanismos…
De hecho en
muchos países modernos las enseñanzas de la teoría evolutiva están en el punto
de mira, pidiendo desde algunos sectores su prohibición o que se enseñe como
una alternativa más, no como una teoría científica, revisable y verificable. En
nuestro país, la situación del estudio de la principal idea en biología en la
etapa obligatoria se resume a un solo curso, cuarto de la educación secundaria
obligatoria, dentro de una materia optativa, la Biología y Geología. De este
modo la mayoría de los estudiantes abandona sus estudios obligatorios sin
conocer el mecanismo general que rige la vida en nuestro planeta. Una verdadera
pena.
Hoy en día las
aportaciones de biología evolutiva a otras disciplinas son más que evidentes.
Las estrategias para la conservación de las especies, la medicina, la biología
del desarrollo, la agricultura, etc., no se pueden entender sin tener en cuenta
criterios evolutivos. Como afirmó un famoso evolucionista norteamericano nada tiene sentido en biología excepto bajo
el prisma de la evolución.
Pero el legado
de Darwin no sólo quedó en su explicación del devenir de la vida, fue más allá;
de la lectura de sus obras se desprende una dimensión personal asombrosa. En
primer lugar destacó por poseer una meticulosidad extraordinaria a la hora de
trabajar unida a una magnífica capacidad de observación, lo que le llevó a
diseñar elegantes explicaciones sobre una gran diversidad de cuestiones
naturales. En segundo lugar también puede apreciarse su gran honradez a la hora
de proponer sus ideas, señalando siempre cuáles eran las debilidades de sus
afirmaciones. En tercer lugar, su valentía para publicar una obra que sabía que
removería los cimientos de la mismísima concepción del ser humano. Por último,
y creo que fundamental, una característica sin la cual no hubiese pasado a la
historia: una pasión sin límites por la naturaleza y por el descubrimiento de
sus secretos. Todo un ejemplo.
La principal
obra de Darwin acaba de forma brillante: ...y
mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación,
se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un comienzo tan
sencillo, infinidad de formas cada vez más bellas y maravillosas. Quizás,
si Darwin hubiese conocido nuestro sabio refranero y hubiese pecado de
inmodestia habría añadido: y no hay peor
ciego que el que no quiere ver.
Este artículo apareció por primera vez en la revista de la Asociación Cultural "Amigos de Villafranca de Córdoba"
Mas información:
- Web en inglés con los archivos de Charles Darwin, todo un tesoro.
- Estupendo especial del periódico "El Mundo" sobre la vida y obra de Darwin.
- La película "Creation", sobre partes de su vida, estrenada en 2009 con motivo del bicentenario de su nacimiento. Aquí os dejo el trailer.
- Un fantástico libro que revisa la teoría de Darwin a la luz de los avances genéticos actuales: Deconstruyendo a Darwin de Javier Sampedro. Editorial Crítica.
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